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Como todos los años, septiembre llega con olor a primavera y flores, pero también a sangre y muerte. Ayer jueves se conmemoraron 52 años desde aquel 11 de septiembre que fracturó la democracia y la convivencia social en Chile, evento cuyos efectos permanecen vigentes hasta hoy y que trascienden distintas dimensiones de nuestra sociedad. Una fecha a partir de la cual los derechos sociales pasaron a ser derechos de consumo, a través de la privatización de ellos, como la Salud, que hasta ese momento había tenido un desarrollo favorable en términos de logros sanitarios gracias al avance del movimiento popular, alcanzando su más alto nivel en el gobierno de Salvador Allende, el que definió a la Salud como un derecho cuya garantía era una obligación ineludible del Estado.

Sin embargo, a más de 50 años del golpe cívico-militar, la Salud Pública en Chile enfrenta un déficit estructural de financiamiento, inequidad en el acceso y calidad de atención, evidenciado por las extensas listas de espera en los prestadores públicos y la crisis en el sistema de Instituciones de Salud Previsional, además de una deuda hospitalaria que supera los $400 mil millones. Por otro lado, un 61% de la población se declara insatisfecha con la disponibilidad de servicios de salud de calidad, valor que está muy por debajo del promedio de la OCDE, el que alcanza el 33%. De manera similar, el gasto para Salud en nuestro país es insuficiente, inferior al de los países de la OCDE que, en promedio, superan el 8% del PIB.

Septiembre también nos recuerda, de manera más cercana, el triunfo del rechazo a los cambios sociales propuestos hace 4 años a través de una nueva Constitución que buscaba superar el rol del Estado subsidiario por uno garante de derechos sociales y humanos fundamentales, como la Salud. Sin embargo, el manejo comunicacional de la derecha, el uso del miedo y las fake news, arrastraron a parte importante de la ciudadanía a ponerse del lado de los intereses de la élite, del gran empresariado, que persistentemente han obstruido las transformaciones en nuestro país. Sectores que, a pesar de haber transcurrido ya más de medio siglo, siguen atrincherados en posturas negacionistas que sólo estancan los procesos de avance social y que, en el contexto de esta conmemoración, nos pone en un punto de inflexión en el cual en vez de evolucionar parecemos estar retrocediendo, ante la amenazada de un escenario regresivo ad portas de una elección presidencial en la que las posturas y declaraciones de ciertos sectores políticos y algunas candidaturas no dan garantías para una democracia estable, siendo una bandera roja de alarma ante la que debemos estar atentos y atentas.

Por todo ello, y en el marco de estos 52 años, como CONFEDEPRUS creemos que resulta fundamental dar respuesta a las demandas ciudadanas que siguen pendientes, alcanzando cambios necesarios para conseguir un país más justo, tanto en temas relacionados con Seguridad Social como son Salud, Pensiones, Trabajo, etc., como con los determinantes socioambientales del buen vivir, entre los cuales los derechos de las mujeres tienen un lugar destacado. Demandas por las cuales seguiremos luchando para un país más solidario y justo para los millones de chilenos y chilenas que aún esperan respuesta y solución, defendiendo los derechos fundamentales de la población y de los servidores y servidoras públicos, asegurando que el avance de nuestro país no implique más retrocesos en éstos, haciendo al mismo tiempo el llamado a la ciudadanía en esta fecha a actuar con conciencia y responsabilidad. Por justicia, reparación y garantías de no repetición.