El pasado domingo 7 de abril se conmemoró el Día Mundial de la Salud, fecha en que se fundó la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1948 y, como cada año, se selecciona un tema para destacar un área prioritaria de preocupación de Salud Pública en el mundo. Este año, el lema fue “Mi salud, mi derecho”, reafirmando el compromiso con el derecho a la Salud para todas las personas, es decir, a tener acceso a servicios de salud, a educación, vivienda digna, así como poder disponer de servicios básicos como agua, aire limpio, buena nutrición, condiciones ambientales y de trabajo decentes, además de una protección social adecuada, entre otros, sin discriminación alguna. Es decir, los determinantes sociales de la Salud, entendida no sólo como la ausencia de enfermedades sino también de los factores que la afectan negativamente. Sin embargo, y a pesar que la OMS reconoció la salud como un derecho humano en su Constitución, casi el 30% de la población en América Latina presenta necesidades de atención no cubiertas, una situación que se agrava en las comunidades más empobrecidas y en situación de vulnerabilidad.
Sabido es que las condiciones socioeconómicas y el acceso limitado a servicios básicos exponen a las personas a un mayor riesgo de enfermedad, dificultándose también el acceso a la atención médica por barreras financieras y geográficas. Por ello, expertos internacionales recomiendan transformar los sistemas de salud basándolos en la Atención Primaria de Salud (APS), un modelo centrado en las personas, las comunidades y enfocado en la salud, no en la enfermedad, abordando los determinantes sociales y ambientales que condicionan la salud, el bienestar y la equidad en salud de las personas y las comunidades mediante una acción intersectorial, junto con aumentar la inversión en salud hasta al menos el 6% del PIB e invertir el 30% de estos recursos en el primer nivel de atención, de modo de poder garantizar un acceso equitativo a los servicios. La salud y el bienestar son aspectos centrales de una vida plena y no deben considerarse un privilegio, sino la base sobre la que la sociedad crece y se desarrolla.
La Salud como derecho ha sido y es uno de los objetivos centrales de nuestras luchas como gremio, junto con los derechos laborales de los trabajadores y las trabajadoras que sostienen el sistema y la vida de la población, muchas veces exponiendo la salud y vida propias como sucedió durante la pandemia. Por ello, cuidar al que cuida resulta fundamental para poder garantizarle a la población el derecho a una Salud digna, oportuna y de calidad, a través de condiciones de trabajo decente para quienes se desempeñan en el sistema público, quienes durante décadas han debido lidiar con todas las precariedades existentes en la Red Asistencial. Necesidades y demandas objetivas que no han sido respondidas de manera satisfactoria por sucesivos gobiernos y por las cuales nos hemos movilizado junto con otros gremios y la CUT, exigiéndole al Ejecutivo que cumpla con sus compromisos. No hacerlo es fallarle no sólo a los trabajadores y trabajadoras, sino también a millones de chilenos y chilenas que creyeron en las promesas de campaña del actual gobierno y que siguen esperando que su salud sea, finamente, un derecho.