El abuso sexual infantil implica la transgresión de los límites íntimos y personales del niño o la niña.
Es la imposición de comportamientos de contenido sexual por parte de una persona (un adulto u
otro menor de edad) hacia un niño o una niña, en un contexto de desigualdad o asimetría de poder,
habitualmente a través del engaño, la fuerza, la mentira o la manipulación.
Puede incluir contacto sexual, aunque también actividades sin contacto directo como el
exhibicionismo, la exposición de niños o niñas a material pornográfico, el grooming o la utilización
o manipulación de niños o niñas para la producción de material visual de contenido sexual.
La explotación sexual infantil y la trata de niños y niñas con fines de explotación sexual es la forma
más extrema de esta violencia. Cualquier forma de violencia sexual es un problema social que tiene
consecuencias en su vida, en su entorno y en todos y cada uno de los contextos en los que el niño o
la niña se desarrolla.
En todo el mundo, la violencia sexual es un problema que afecta principalmente a niños y niñas
(ONU, 1999). Aunque resulta difícil precisar su prevalencia, debido a que la mayoría de los casos no
se divulgan o lo hacen tardíamente, se estima que cerca de uno de cada 10 niños o niñas es abusado
sexualmente (Townsend & Rheingold, 2013).
Alrededor de 120 millones de niñas menores de 20 años en todo el mundo (alrededor de 1 de cada
10) han experimentado relaciones sexuales por la fuerza u otros actos sexuales forzados, y 1 de cada
3 niñas adolescentes de 15 a 19 años que estuvieron alguna vez casadas (84 millones) ha sido
víctima de violencia emocional, física o sexual por parte del esposo o compañero (UNICEF)
En Chile, la tasa de violencia sexual contra NNA fue de 91,3 por cada 100.000 habitantes (2016).
La literatura especializada estima que conocemos sólo entre el 15% y el 20% de los abusos sexuales
contra niños y niñas y que la tasa de abusos que no llegan a divulgarse aumenta en directa relación
con el vínculo entre la víctima y su agresor. Así, en el caso de los abusos en que el agresor es un
desconocido para la víctima, la relación entre casos conocidos y los que se mantienen en el silencio
se estima es de 1:3, relación que se da en 1:7 en los abusos por agresor conocido, llegando a ser
1:12 cuando se trata de un familiar de la víctima (CAVAS, 2003).
“El daño más radical no lo produce el abuso mismo sino la indiferencia ante ese abuso. Familia,
colegio, Iglesias, justicia, y la sociedad en general, muchas veces prefieren callar, no incomodar,
sacrificar a la víctima por la estabilidad, por evitar el escándalo, por no manchar la reputación de
una institución o persona. Cuando la sociedad vuelve la espalda a un niño víctima, lo vuelve a
victimizar. El acto de la indiferencia es ya una agresión (Murillo, 2012).”
abril 4, 2022
Por Jose_Miguel
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