La pregunta, que parece ser una cuestión de ideología o preferencia política, resulta relevante porque de ella, la Salud, depende el bienestar físico, mental y social de toda la población. Pasa, por tanto, a ser una pregunta de carácter ético.

En el mundo existen diferentes enfoques para los sistemas de Salud. Básicamente, están los modelos con enfoque de estado y con enfoque de mercado, cada uno con sus propias ventajas y desventajas. En el enfoque basado en el mercado, la atención médica se trata como un bien de consumo proporcionado principalmente por entidades privadas. Las personas compran un seguro de Salud o pagan de su bolsillo los servicios médicos, esperándose que la competencia entre los proveedores de atención médica y las aseguradoras impulse la eficiencia, la innovación y la rentabilidad. Los defensores de este modelo argumentan que este sistema promueve la elección individual, la libertad económica y que el mercado impulsa las soluciones.

Sin embargo, es un hecho que un enfoque basado en el mercado puede conducir a un acceso desigual a la atención médica, en función de la capacidad de pago de una persona, pudiendo llegar a tener altos costos monetarios, particularmente para aquellos con condiciones preexistentes o enfermedades crónicas que puedan enfrentar dificultades para obtener una cobertura asequible. Además, el afán de lucro en el sector privado puede dar lugar a priorizar la rentabilidad del negocio por sobre el bienestar del paciente.

Por otra parte, en el enfoque provisto por el Estado el gobierno asume un papel central para garantizar el acceso universal a los servicios de atención médica. Esto puede involucrar el establecimiento de sistemas públicos de Salud financiados a través de impuestos o seguros sociales. Los defensores argumentan que la atención médica es un derecho fundamental y que el Estado tiene la responsabilidad de garantizar la igualdad de acceso para todos los ciudadanos. Este modelo tiene como objetivo reducir las barreras financieras a la atención médica y crear un sistema más equitativo, pudiendo conducir a costos generales más bajos a través de economías de escala y planificación centralizada. Sin embargo, también puede resultar en tiempos de espera más largos para ciertos procedimientos y posibles limitaciones en la elección individual y la competencia del sector privado.

Desde un punto de vista político alguien podría señalar que no existe un enfoque universalmente «correcto», ya que diferentes países han implementado diversos sistemas de atención médica que se alinean con sus contextos sociales, culturales y económicos específicos. La inmensa mayoría de países tienen sistemas donde incorporan elementos de participación tanto pública como privada. Nos cabe, entonces, hacernos la pregunta desde el punto de vista ético: ¿qué sistema es mejor? Para ello, debiéramos conocer cuáles son los mejores sistemas de Salud en el mundo de acuerdo a índices medibles objetivamente y que satisfagan el objetivo principal de entregar Salud, como son esperanza de vida, tasas de mortalidad infantil, acceso a la atención médica y calidad de los servicios de atención médica. En este ranking, los 5 países mejor posicionados son Canadá, Suiza, Australia, Suecia y Japón. Obligadamente, surge la pregunta: ¿en qué enfoque basan sus sistemas de Salud estos países, en el estado o en el mercado?  Canadá, Australia, Suecia y Japón tienen un sistema de Salud con enfoque basado en el estado, el que da las garantías y regula los sistemas de Salud. Sólo Suiza tiene un enfoque de mercado, pero mixto.

En definitiva, podemos señalar que la respuesta a la pregunta inicial es que no podemos dejar a la Salud como un bien de consumo regulado por el mercado. Sólo el estado da, además de las garantías de calidad, accesibilidad y oportunidad, la garantía de equidad, concepto fundamental para el bienestar de toda la población, no sólo el de unos pocos. Vemos que los países con mejores sistemas de Salud usan como fórmula que el estado, a través de una legislación fuerte, desarrolle un plan de Salud óptimo para el bienestar de la población. Es imperioso que en Chile avancemos hacia esas leyes, que parten por una Constitución que reconozca a nuestro país como un estado social, democrático y de derechos. Solo así podremos construir un mejor Chile, donde no exista una Salud para ricos y otra para pobres.

 

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